Un encuentro donde todo fue posible

Viernes 7 de junio. En la Sala Ría de la Biblioteca de las Artes todo estuvo listo para la tercera jornada del V Encuentro de Niños y Niñas en las Artes, iniciado el miércoles 5. Constaron en la agenda el taller “¡Viva la biodiversidad!” a cargo de Amazona Lilacina, la actividad guiada “Estaciones de juegos didácticos”, con tretix, tangram, mosaicos y más, el concierto con la Banda de Músicos de la Comisión de Tránsito del Ecuador, una sesión de pintura en vivo con el artista Paco Pincay, la presentación de “El ratón de los cuentos” y de Aspy Band, primera agrupación en el mundo constituida únicamente por integrantes con diagnóstica de TEA (trastorno del espectro autista).

De las actividades desarrolladas este día, es la estudiante Romina Ramírez, de la Escuela de Literatura, quien comparte en una crónica lo que vivieron ella y los niños, niñas y jóvenes que acudieron a la Sala Ría de la Biblioteca de las Artes con sus padres, familiares y/o amigos.

Talleres, juegos didácticos y presentaciones

Crucé las puertas de la Sala Ría de la Biblioteca de las Artes poco antes de las nueve de la mañana y el silencio en el lugar contrastaba ruidosamente con los colores tan vivos que pintaban las paredes, y los cientos de historias golpeaban las portadas de los libros en su intento de querer salir de su encierro de papel. Más pronto que tarde, niños y niñas fueron llegando al lugar del encuentro, donde docentes de Club Kids los esperaban listos con piezas de legos, figuras geométricas hechas de espuma y una canción de bienvenida. Algunos pequeños llegaban en los brazos de su padre, otros entraban de la mano de su madre, incluso un par de ellos ingresaron dando pequeños saltitos de alegría; pero había algo que se repetía en cada niño y niña: su sonrisa.

Mientras niños y niñas de entre 3 y 5 años se divertían interactuando con cuentos, cantando o atravesando una improvisada pista de obstáculos, la Sala Ría poco a poco empezó a llenarse de risas, gritos de “yo quiero” cuando se les pedía a los niños participar en algún concurso y palabras de aliento de los padres para motivar a sus hijos e hijas.

Los juegos didácticos fueron dirigidos por Club Kids, un centro enfocado en la primera infancia, donde se realizan terapias de lenguaje, actividades que potencien el desarrollo motriz de los infantes y su participación en actividades en grupo. Las docentes Ginger y Kristel, a quienes los niños llaman tías, confesaron su aprecio por el espacio que se les habilitó y los materiales como títeres, rompecabezas, hojas y colores que se les facilitó para las actividades con los infantes.

“Amamos lo que hacemos y tenemos vocación. Nosotras queremos llegar a ellos de una forma enriquecedora y que ellos lo disfruten. Los niños llegan al centro siendo los más felices del mundo, a veces no nos quieren soltar cuando es hora de irse, porque les gusta”, expresa la docente Kristel con una sonrisa de satisfacción al ser testigo de la felicidad de los niños.

Pronto los estudiantes del colegio Camilo Gallegos Domínguez se reunieron en el ágora de la Sala Ría, donde la Fundación Amazona Lilacina, una organización creada con el objetivo de preservar el medio ambiente, impartió el taller “¡Viva la biodiversidad!”.

A lo largo de la presentación se definió el término “biodiversidad”, la importancia de proteger los ecosistemas y a las diferentes especies de flora y fauna que habitan en ellos. Los estudiantes participaron en la alegre dinámica de decir su animal favorito de la región Costa, contestar preguntas y, al final, todos recibieron un panfleto que mostraba la misión de Amazona Lilacina. Algo curioso de esta fundación es que recibe su nombre de la pequeña y colorida ave amazónica, la cual está en peligro de extinción por la pérdida de su hábitat natural.

El reloj marcó las 10:30, el tiempo se escurría como la arena entre las manos y en ese momento la Banda de Músicos de la Comisión de Tránsito del Ecuador entraba a la Sala Ría; sus integrantes, vestidos todos con camisas blancas y pantalones negros, con instrumentos bajo el brazo. A su alrededor de inmediato padres de familia, niños y niñas, estudiantes y profesores se congregaron para disfrutar del espectáculo.

Era hipnotizante ver cómo lo que comenzó siendo un concierto se convirtió en una auténtica fiesta. Había música, sonido de palmas al compás de las canciones y aplausos que llenaban el aire al término de cada interpretación; uno de los temas populares que se tocó fue “Tú me dejaste caer”, de Daddy Yankee. Algunos profesores y directivos de la UArtes incentivaron al público a bailar, muchos se levantaron de sus asientos y se abandonaron ante la armonía de trompetas, tambores, xilófonos y demás. La pequeña multitud gritaba “más” conforme se acercaba el final y pedían una canción tras otra, pues no querían que aquel momento terminara.

Aquel evento despertó el niño interior en cada uno de los participantes y espectadores, recordó al público que la llama de la niñez vive y respira en la esencia de cada ser humano y, de vez en cuando, hay que dejarla salir a jugar.

A esta intervención le siguió, después de la hora meridiana, el proceso creativo de un mural cómic que preparó el artista e ilustrador Paco Pincay. Lo trabajó en vivo y seguido con atención por un público visiblemente emocionado con cada uno de sus trazos. “El ratón de los cuentos” tuvo su aparición cautivando, asimismo, a la audiencia que corrió presurosa al encuentro de Aspy Band, agrupación que a su concierto tituló “Todo es posible”.

Texto: Romina Ramírez, estudiante de la Escuela de Literatura UArtes.