Reinaldo Rodríguez custodia en la Biblioteca de las Artes el fondo documental de diario El Telégrafo
En el primer piso de la Biblioteca de las Artes, en lo que anteriormente fue una de las bóvedas del Banco de Descuento, está el Archivo de diario El Telégrafo, fondo documental que por un acuerdo tripartito de cooperación interinstitucional –firmado en 2015– entre la Universidad de las Artes, la Empresa Pública El Telégrafo y el entonces Ministerio Coordinador de Conocimiento y Talento Humano se encuentra allí salvaguardado.
Está abierto a la ciudadanía en general y es parte la memoria social nacional. Reinaldo Rodríguez, el archivista que lo tiene a su cargo, así lo señala a cada visitante y usuario de la Biblioteca de las Artes. También da cuenta de su contenido: “Se encuentran aquí 1.500 tomos de diario El Telégrafo desde 1884, una colección de diarios y revistas nacionales y extranjeras, y 535 rollos de microfilms con información de los tomos de 1884 a 1998”.
El Archivo de El Telégrafo permite un acercamiento a la historia de la ciudad, del país, del mundo y del propio medio de comunicación que fue fundado el 16 de febrero de 1884 por Juan Murillo Miró y que, hasta su cierre físico definitivo, pasó por clausuras, intervenciones de gobiernos, incendios, cambios de propietarios, incautaciones… Rodríguez se considera uno de los sobrevivientes del que fue considerado el diario más antiguo del Ecuador. Trabajó en él por casi 26 años, una vez que decidió dejar Los Ríos, su provincia natal, y afincarse en Guayaquil. “Llegué en 1985 y laboré en varias empresas; en el periódico fue donde más tiempo me quedé”.
No siguió estudios universitarios, dice, pero lo que pudo aprender durante su permanencia en El Telégrafo, donde estuvo en el área de archivo, y tener luego a su cargo el fondo documental le ha permitido conocer del manejo archivístico y de los hechos históricos. Ha podido, además, interactuar con escritores e investigadores del país y del exterior. “Como aún ni los diarios ni el fondo fotográfico han sido digitalizados, cuando necesitan alguna consulta voy con fecha en mano a buscar en los tomos y les recomiendo, eso sí, tener mucho cuidado con ellos”, anota señalando los guantes que pide sean utilizados y la forma en que deben ser maniobradas las páginas.
“Hay hojas de diarios que por sus años, como los de 1912, ya no pueden ser manipuladas porque se corre el riesgo de que se deterioren más”, indica y expresa agradecimiento a la Universidad de las Artes por haber rescatado tan importante fondo documental que para su conservación requiere hasta de una temperatura especial (6 grados centígrados). Igual cuidado observa el material fotográfico.
“El cuidado que la Biblioteca de las Artes le da es permanente. Se van a restaurar, por ejemplo, algunos tomos del diario, en especial del año 1899, y ya estamos cambiando los sobres archivadores de los negativos, a fin de que mantengan su buena condición”, revela Rodríguez.